Tratamiento de escaras

Las escaras también reciben el nombre de úlceras por presión o de decúbito. Se producen cuando la piel y el tejido subyacente resultan dañados. En los casos muy graves el músculo y hueso también pueden lesionarse.

Las personas que no pueden mover la totalidad o parte de su cuerpo debido a una enfermedad, parálisis o edad avanzada sufren a menudo estas úlceras por presión.

¿Son comunes las escaras?

Las escaras son un problema de salud extendido y a menudo ignorado. Por ejemplo, en el Reino Unido se cree que entre el 4 % y el 10 % de todos los pacientes ingresados en un hospital desarrollarán al menos una úlcera por presión. En los casos de ancianos con problemas de movilidad la cifra se dispara hasta el 70 %.

Incluso contando con los mejores cuidados médicos y asistenciales, las úlceras de presión pueden ser difíciles de prevenir en pacientes particularmente vulnerables.

Pronóstico

En algunos casos las escaras suponen una inconveniencia menor y pueden recibir un tratamiento simple. Sin embargo, a veces pueden provocar un daño cutáneo extenso y conducir a infecciones graves como una sepsis, o infección general y extendida de la sangre, o gangrena, muerte del tejido corporal.

Existen dos objetivos principales al asistir a enfermos con riesgo de desarrollar escaras. Estos son:

  • Intentar prevenir el desarrollo de las escaras mediante el uso de ropas y equipo especiales y el cambio frecuente de la posición del paciente.
  • Tratar las escaras existentes mediante una limpieza adecuada y el uso de antibióticos, la mejora en los hábitos alimentarios y, en los casos más graves, cirugía.

Las áreas más expuestas a las escaras son las partes del cuerpo que no están recubiertas por una cantidad importante de grasa corporal y están en contacto directo con una superficie de apoyo como una cama o una silla de ruedas.

Por ejemplo, un paciente convaleciente en cama está en riesgo de desarrollar una úlcera por presión en:

  • los hombros o la parte superior de la espalda
  • los codos
  • la nuca
  • el borde de las orejas
  • las rodillas, tobillos, talones o dedos de los pies
  • la parte inferior de la espalda y la cadera
  • los genitales (en hombres), y
  • los pechos (en mujeres).

Un usuario de silla de ruedas está en riesgo de desarrollar una úlcera por presión en:

  • las nalgas
  • el coxis (la parte final de la columna vertebral)
  • la columna vertebral
  • los omóplatos, y
  • la parte posterior de brazos y piernas

Grados de escaras

Los profesionales sanitarios utilizan un sistema de clasificación para describir la gravedad de las úlceras de presión. Los grados se describen a continuación:

ulcer1

Categoría I

Una escara de primer grado es el tipo de úlcera más superficial. El área de la piel afectada aparece descolorida y rojiza en pacientes blancos y amoratada o azulada en pacientes con la piel más oscura. En una úlcera por presión de primer grado la piel permanece intacta, pero puede doler, picar y resultar o bien tibia y mullida o bien dura al tacto.

ulcer2 Categoría II

En las úlceras por presión de segundo grado, parte de la superficie externa de la piel (la epidermis) o la parte más interna de la piel (dermis) resulta dañada, lo que provoca una pérdida de tejido cutáneo.

La úlcera se presenta como una herida abierta o una ampolla.

ulcer3 Categoría III

En una úlcera por presión de tercer grado, la pérdida de piel se produce en todo el grosor de la misma y el tejido subyacente también resulta dañado. Los músculos y el hueso no presentan daños.

La úlcera tiene el aspecto de una herida profunda con forma de hueco.

ulcer4 Categoría IV

Una escara de cuarto grado es el tipo de úlcera más grave. La piel está gravemente dañada y el tejido contiguo se muere (necrosis). El músculo subyacente, o el hueso, pueden resultar asimismo dañados.

Los pacientes con escaras de cuarto grado tienen un alto riesgo de desarrollar infecciones graves.

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Puesto que las úlceras por presión son un problema sanitario complejo causado por un número de factores interrelacionados, la asistencia relacionada puede ser realizada por un equipo de profesionales de diferente naturaleza. Este tipo de equipos recibe a menudo el nombre de equipo multidisciplinar (EMD).

Los posibles miembros de un EMD son:

  • enfermeros/as
  • asistente de incontinencia
  • trabajador/a social
  • terapeuta físico
  • dietista
  • urólogo/a (médico especializado en enfermedades del sistema urinario)
  • gastroenterólogo/a (médico especializado en enfermedades del sistema digestivo)
  • cirujano/a plástico/a
  • cirujano/a ortopédico/a (cirujano especializado en enfermedades de las articulaciones y los huesos)
  • neurocirujano/a (cirujano especializado en enfermedades del cerebro y el sistema nervioso)

Cambio de posición

El movimiento del cuerpo y el cambio de posición a intervalos regulares es una de las mejores maneras de prevenir la aparición de escaras y de liberar presión en casos de úlceras de primer y segundo grado.

Una vez completada la evaluación de riesgos, el equipo asistencial desarrollará un “horario de reposicionamiento” en el que figurará la frecuencia con la que se debe mover al paciente. Para algunos pacientes, la frecuencia puede ser de 15 minutos, mientras que otros solamente necesitarán un cambio de posición cada dos horas.

  • Un enfermero o terapeuta puede también proporcionar consejo y formación sobre:
  • posiciones correctas a la hora de tumbarse o sentarse
  • modos correctos de ajustar la posición al tumbarse o sentarse
  • frecuencia con la que se debe mover el/al paciente
  • mejor modo de apoyar los pies
  • cómo mantener una buena postura, y
  • el equipamiento especializado que se debe usar y cómo darle un uso correcto.

Colchones y cojines

Una gama de colchones y cojines especiales para liberar presión en las partes vulnerables del cuerpo está a su disposición. Su equipo asistencial podrá determinar qué tipos de colchones o cojines son los más adecuados para usted.

Las personas que se consideren en riesgo de desarrollar escaras, o que cuentan con escaras de primer o segundo grado ya existentes se benefician normalmente de descansar en colchones de espuma especialmente diseñados para liberar la presión en su cuerpo.

Los pacientes con escaras de tercer o cuarto grado necesitan un colchón más sofisticado o incluso un sistema de cama. Por ejemplo, hay colchones que se pueden conectar a un flujo continuo de aire, que se regula automáticamente para reducir la presión en los momentos necesarios.

Apósitos

Algunos apósitos y vendas especiales, diseñados para proteger úlceras por presión y acelerar el proceso de curación, están también disponibles entre nuestra gama de productos.

Algunos ejemplos de este tipo de productos son:

  • Hidrocoloides, apósitos que contienen un gel especial que favorece el crecimiento de nuevas células cutáneas en la úlcera mientras que se mantiene seca la piel sana de la zona, y
  • Alginatos, apósitos elaborados con algas marinas que contienen sodio y calcio y que han demostrado acelerar el proceso de curación.

Preparados tópicos

Los preparados tópicos como las cremas o pomadas pueden utilizarse para acelerar el proceso de curación a la vez que previenen un mayor daño cutáneo. Un tipo de productos químicos conocidos como depuradores de radicales libres del oxígeno pueden utilizarse también para prevenir el daño celular a nivel genético.

Antibióticos

Si un paciente sufre de escaras puede recibir antibióticos para prevenir la infección bacteriana y, como precaución, prevenir también el desarrollo de una infección secundaria.

La pomada antiséptica puede aplicarse también directamente en las escaras para limpiarlas de cualquier bacteria presente.

Nutrición

Algunos suplementos dietéticos como las proteínas, el zinc y la vitamina C han demostrado acelerar la curación de heridas. Si su dieta carece de estas vitaminas y minerales su piel puede resultar vulnerable al desarrollo de úlceras por presión.

Como consecuencia, puede ser derivado a un dietista para que elabore un plan nutricional adecuado.

Desbridamiento

En algunos casos puede ser necesario retirar el tejido necrosado de la úlcera para estimular el proceso de curación. Esto se conoce como desbridamiento.

Si hay una pequeña parte de tejido muerto, es posible retirarlo mediante el uso de apósitos y cremas especiales.

Las cantidades abundantes de tejido muerto se pueden retirar con medios mecánicos. Algunas de las técnicas de desbridamiento mecánico son:

  • limpieza e irrigación por presión – en la que el tejido necrosado se retira con agua a presión
  • ultrasonido – en la que el tejido muerto se retira con ondas de energía a baja frecuencia, y
  • láser – en la que el tejido muerto se retira con rayos de luz concentrada.

Terapia larval

La terapia larval – o gusanos – es un método de desbridamiento alternativo. Los gusanos son ideales para el desbridamiento porque se alimentan del tejido muerto e infectado sin alterar el tejido sano. Además, ayudan a combatir la infección, ya que liberan sustancias dañinas para las bacterias y beneficiosas para el proceso de curación.

Durante la terapia con larvas, estas se combinan con los apósitos que se aplican a la herida y la zona se cubre con una gasa. Tras unos días se retira el apósito y los gusanos.

Cirugía

A veces no es posible sanar una úlcera de tercer o cuarto grado y se hace necesaria cirugía para sellar la herida y prevenir más daños en el tejido.

Una técnica quirúrgica utilizada comúnmente para el tratamiento de escaras se denomina reemplazo por injerto (a veces llamado también reconstrucción por injerto). En esta técnica, el cirujano utiliza un bisturí para desbridar la úlcera de tejido necrosado. Se toma un injerto de piel y músculo de otra parte del cuerpo y se utiliza para sellar la úlcera.

La cirugía con injertos es de por sí complicada y puede plantear muchas dificultades por el hecho de que los pacientes que la necesitan ya están en un estado de salud delicado. Como resultado de estos factores de riesgo hay un gran número de posibles complicaciones que pueden resultar de la cirugía, entre las que se encuentran:

  • infección,
  • muerte del tejido en el injerto,
  • debilidad muscular,
  • ampollas,
  • reaparición de las escaras,
  • infección sanguínea,
  • infección ósea,
  • hemorragia interna,
  • abscesos y
  • trombosis venosa profunda.

A pesar del alto riesgo de sufrir complicaciones, la cirugía es una necesidad clínica frecuente para prevenir los efectos de las escaras que supongan una amenaza para la vida, como septicemia o gangrena.